Monday, January 30, 2006

El mal en las flores o la rebelión de Baudelaire


La destrucción: No siento simpatía por el domonio, pero es él quien busca seducirme.
Se presenta con formas inflamantes, mujeres voluptuosas y joyas preciosas.
Intenta sobornarme de todas las maneras posibles, pero no puede cambiar el color de mi sangre, y mientras no lo logre, la destrucción de mi ser será imposible.
Pesigue mis momentos de euforia y derrama sobre ellos agua helada, solo consigue congelar mi respuesta, frenar mi estímulo, frizar mis ideas, pero no logra quebrar mi voluntad.
No me presiones, pues sólo lograrás que estalle en mil pedazos de hielo que al derretirse al sol volveran a hacer de mi el mismo ser, la misma persona, el mismo espíritu combatiente que arrasa con todo intento de destrucción. Vencerme, puede ser, destruirme nunca, ni aquí ni en el más allá, ni en las cenizas ni en el acero, ni en la vida ni en la muerte. Conmigo no podrás ni aunque creas haberlo logrado.

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