Monday, September 19, 2005

Memoria marcada a fuego: IIDespertar sin recuerdos

Luego de una noche con sobresaltos me desperté pesadamente. Todavía recordaba lo que había pasado, es mas, debía hablar con el encargado para que les dijera a los nuevos vecinos (debían ser nuevos porque nunca los había escuchado) que deberían ser mas respetuosos con los horarios. En estos departamentos chicos uno podía escuchar desde el tirar la cadena del baño hasta un estornudo de alguien del quinto piso. Bueno, quizás estaba exagerando un poco, pero tendrían que ser mas respetuosos, por lo menos eso pensaba yo. Me dí una ducha rápida (como siempre), me vestí a los tumbos, un sorbo al café con leche, cargué mi pipa con el cavendish y con mi ataché salí para el trabajo. Allí me di cuenta de dos cosas muy importantes, la herida no me dolía, era como que hubiera curado mágicamente y volvía a mi trabajo después de un mes, quien sabe con que novedades.
Al abrir la puerta me choqué con un extraño que prácticamente estaba parado delante de la entrada de mi apartamento, buenos días, me dijo, con un acento extraño y se subió al ascensor. Me sobresaltó encontrar alguien desconocido en actitud sospechosa en la puerta, pero no tuve tiempo de responder cuando ya estaba subiendo en el ascensor (nunca me gustó tener la puerta del ascensor pegada a mi puerta, otro ruido mas a soportar, el incesante subir y bajar de esa máquina infernal, la máquina de torturar sueños le decía yo. Porque si tenías el sueño liviano, cada vez que alguien subía o bajaba había que soportar ese chirrido infernal, es mas, ahora parecía sonar mas fuerte) Otro tema para tocar con el encargado, esa máquina necesitaba lubricación. Me fuí absorto en esos pensamientos, hasta llegar a la cochera. Allí me estaba esperando mi Fiat 1100 Turismo veloz, fiel compañero de tantos viajes. Me subí y me dispuse a ponerlo en marcha, pero...algo no estaba bien, percibí un aroma extraño, cigarrillo quizás?, yo hacía un mes que no lo usaba, miré los ceniceros y había cenizas, y el cuenta quilómetros marcaba ciento cuarenta kilómetros más de cuando lo había dejado. Lo se muy bien, porque llevo un registro del kilometraje en mi diario (en realidad registro todo en mi diario). Ya me van a escuchar los encargados de la cochera, seguor como sabían que yo estaba internado me utilizaron el auto para irse de juerga, y si hubieran atropellado a alguien? o peor aún, si lo utilizaron para un delito?. Ahora no tenía tiempo de ponerme a discutir pero a mi vuelta ya verían, hasta era capaz de hacer la denuncia a la policía. Arranqué con esos pensamientos y partí raudo hacia la fábrica.

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